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viernes, 28 de octubre de 2011

Siddhartha, Hermann Hesse.


El argumento: India, Siddhartha es el brillante hijo de un brahmán, tan brillante que asombra al resto de brahmanes y tan lleno de inquietudes que no se siente pleno con la sabiduría que adquiere día a día de los de su casta. Acompañado por su buen amigo Govinda, decide abandonar todo lo que conoce y partir en busca de la sabiduría suprema, en busca del conocimiento que le libere de todas las dudas que atenazan su corazón.
Mi opinión: Lamento decir que este libro me ha dejado muy fría; no he conseguido ver más a allá de lo que cuenta, y lo que cuenta es la vida de un hombre que nunca está satisfecho, que no deja de hacer cambios en su vida a cada cual más extremo y desconcertante.
Empecé a leerlo con curiosidad, pues esperaba mucho de un libro en cuya contraportada se puede leer: Aquí, el autor ofrece todas los opciones espirituales del hombre. Pues sinceramente, me he quedado helada con la vida de Siddharta y no he entendido prácticamente nada.
Tal vez es que me haya cogido en unos días en los que no estoy especialmente sensible ni espiritual, pero eso es lo que siento.
Es una de las reseñas más cortas que escribo, pero no se me ocurre qué más decir sobre un libro que no me ha llegado de ninguna de las maneras.
El perfil del autor en Wikipedia, aquí.

lunes, 24 de octubre de 2011

Aleph, Paulo Coelho.

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El argumento: Estamos en 2006, Paulo tiene una crisis de fe y se siente desorientado, así que haciendo caso de los consejos de J., su guía espiritual, decide dar un cambio a su vida. J. le ha hecho ver que lleva demasiado tiempo asentado en su propia vida y que debe moverse para vivir, así que durante una reunión con sus editores en Londres, decide aceptar todas aquellas invitaciones que se le ofrecen espontáneamente y que normalmente quedan en aguas de borrajas, volviendo loca al momento a su editora. Así es como en vuelta de unos pocos meses, viaja por varios países dando conferencias y encontrándose con sus lectores, y así es como se embarcará en un viaje en el mítico tren Transiberiano. Un viaje que cambiará su vida actual y le hará hacer las paces con el pasado.
Mi opinión: Me encantan estos libros en los que Coelho mezcla con tan buen tino la vida corriente con la espiritualidad. Normalmente detesto y bufo como los gatos enfadados ante cualquier libro de autoayuda o similares, pero tengo una simpatía especial por Paulo Coelho desde que, sin saber por qué sí ni por qué no, El Alquimista se cruzó en mi vida para cambiarla.
En Aleph descubro otro viaje de Paulo, no tan místico e incomprensible para los no iniciados como el que cuenta en El Peregrino de Compostela, pero lleno de descubrimientos espirituales para él y de esas frases tan profundas que a mi me encantan, porque me hacen pensar. Pero no pensar como piensa uno con aburrimiento y hastío en la rutina de cada día, sino pensar en lo humano y lo divino, en lo tangible y lo intangible... en esas cosas en las que habitualmente no nos paramos a pensar porque "no tenemos tiempo".
Me encantan las frases con la que Coelho define cosas como el pasado y el futuro, el paso del tiempo o cómo se enfrenta a las deudas que dejó pendientes en las vidas pasadas.
En este viaje en el Transiberiano le sigue y casi le persigue una mujer, Hilal, que dice saber que le debe algo desde otra vida pasada y que ha venido aquí y ahora para devolvérselo. Es a través de Hilal cuando Paulo vive los momentos más místicos, cuando debe viajar a través del Aleph, a través una ventana al cosmos, donde residen todos los yo que hemos sido a lo largo de nuestro tiempo en la tierra, de nuestras vidas pasadas, para saber qué sucedió con Hilal en aquella vida, qué le hizo él y qué le debe ella.
Este es un libro que recomendaría a personas que hayan leído más libros del autor, en mi opinión creo que si alguien elige este libro para empezar a conocer a Paulo Coelho puede sentirse bastante desorientado. A mi, como siempre, me deja con ganas de más, de leer todos esos libros suyos que todavía tengo pendientes.
Debo reconocer que soy incapaz de leer un libro de Coelho sin un marcador amarillo en la mano, para ir subrayando todas esas frases "mágicas" que tanto me gustan y que así me resulte más fácil encontrarlas en el momento en que desee buscarlas.
En clara diferencia con el anterior, El vencedor está solo, me gusta mucho más este tipo de historia, profunda y llena de ese misticismo del que tanto estoy hablando en esta entrada. Es un verdadero placer alejarse de las cosas mundanas y la rutina durante un rato, y que después de dejar el libro aún nos dure esa mirada especial durante algun tiempo, para poder ver las cosas de otra manera.
Ojalá las vidas pasadas y futuras, ojalá el paso del tiempo y el sentido de nuestra existencia sean tal y como el autor los cuenta. Me gusta particularmente la comparación que hace de la vida y la muerte con los vagones del tren, explicando que nuestros seres queridos que fallecieron no han desaparecido, sino que viajan junto a nosotros, pero en distinto vagón. Una imagen muy tierna para los que hemos perdido tanto a lo largo de la vida.
Para terminar la reseña, copio una frase del libro, una de esas muchas que he subrayado de amarillo:
"Es preciso un gran esfuerzo para liberarse de la memoria pero, cuando lo consigues, empiezas a descubrir que eres más capaz de lo que creías. Habitas en este cuerpo gigantesco que es el Universo, donde están las soluciones y todos los problemas. Visita tu alma en vez de visitar tu pasado. El Universo pasa por muchas mutaciones y las lleva con él. A cada una de esas mutaciones las llamamos "una vida". Pero, de la misma manera que las células de tu cuerpo cambian y tú sigues igual, el tiempo no pasa, sólo cambia."
Una vez más, el perfil del autor en Wikipedia, aquí.

Mi bestia negra.

No sé si alguna vez llegaré a ser escritora, quiero decir, a publicar libros y poder ver mi nombre en los ejemplares de una librería y eso. Tengo un gafe bastante fuerte en lo que respecta a mover mis manuscritos y todo lo que sería el proceso de convertir una idea escrita en un libro de carne y hueso, o de papel en su caso.
Hace unos días comentaba sobre el registro telemático de manuscritos. Para mi esa idea fue una buena noticia, pues debo desplazarme hasta el Registro Territorial de Barcelona y, como vivo en un pueblo y soy absolutamente feliz aquí y tengo montado mi micro mundo, pues rara vez me desplazo hasta la gran ciudad y por consiguiente, no la conozco. Pero no la conozco hasta el extremo de no haber visto ni lo más turístico de la ciudad, no he visitado el zoo, ni el Parque Güell, ni nada de nada.
A lo que iba, que la idea de poder hacer el registro desde la comodidad (nunca mejor dicho) de mi casita, me emocionó hasta casi las lágrimas, jeje... Me las prometía muy felices y pensaba que sería muy fácil. Pero con la Administración Pública hemos topado y la cosa se torció.
Para empezar, normalmente escribo -ahora mismo, por ejemplo- desde un portátil con dos sistemas operativos; cuando me lo regaló mi marido traía instalado solamente el Windows Vista, pero al año o así empezó a dar problemas y tuvimos que formatearlo y volverlo a poner, pero esta vez duró apenas unos meses. Así que cansada de tener mis cosas (fotos, manuscritos, tonterías y flipadas varias, lo que suele tener todo el mundo en un pc) en constante peligro de pérdida por un sistema operativo inestable, mi marido me instaló el mejor sistema operativo que he probado -tampoco es yo haya probado mucho- pero me encanta, se llama Ubuntu y es de software abierto y basado en Linux. Que conste que eso del Linux y el software abierto lo pongo para que os ubiquéis, porque tampoco sé muy bien lo que significa. En otra parte del disco duro tengo un Windows 7, pero ahí no tengo ningún archivo ni carpeta personal, porque me lo puso por si acaso.
Al pedir el Certificado Digital de Usuario, necesario para el registro, lo pedí desde Ubuntu. Fui al día siguiente a la oficina de Hacienda más cercana a echar la firmita y en 24 horas ya podía descargarlo. Lo descargo, lo instalo y me meto en harina con lo del registro. Primera sorpresa desagradable, aunque reconoce mi sistema operativo y dice que todo está bien en la página de comprobación de requisitos, lo cierto es que un Applet Java que sale en la parte inferior de la página y que es donde deberían salir los datos del Certificado de Usuario y el botón "Continuar" no sale. No hay manera de que cargue y siempre se queda convertido en un rectángulo gris. Decidimos probar en la zona Windows y sí me carga el recuadrito en cuestión, pero para avisarme de que no tengo ningún certificado de usuario instalado.
Para quién no lo sepa: el Certificado de Usuario sólo se puede instalar en el ordenador y el sistema operativo y navegador desde el que lo solicitaste; así que al irme a otro sistema operativo, aunque en el mismo ordenador y con el mismo navegador, me daba el error de que no existía ningún certificado.
Bien, pues visto esto, decido solicitar otro. Al día siguiente vuelvo a presentarme en Hacienda, les explico lo que me ha pasado y me dicen que las páginas del Ministerio son muy exigentes, que cancelan el anterior certificado y me validan el nuevo, para poderlo usar desde Windows.
Al día siguiente lo vuelvo a descargar desde Windows 7 y empecé de nuevo con el registro. Mi alegría fue tremenda cuando vi que mis datos esta vez sí salían en el dichoso rectángulo gris, paso a la siguiente pantalla, voy rellenando mis datos, los datos de los manuscritos que quiero registrar y ahí viene el siguiente problema y el que hasta ahora, no he conseguido subsanar: no me deja cargar los archivos de los manuscritos.
Primero me decía que estaba caído el servidor, en los siguientes días ni siquiera ha sido capaz de cargar la página de donde está el applet para subir los archivos.
Hoy me he rendido, porque soy tan cabezona que ni me lo había planteado hasta que me lo dijo una amiga; he llamado a la Oficina de Registro de Barcelona y he estado hablando con un chico muy amable (Gracias a Dios que hay todavía gente amable) y que me ha dicho que el servidor está conectado las 24 horas pero que el problema es que las páginas del Ministerio son una porquería y que incluso a ellos les cuesta trabajar con ellas. Tremendo, tremendo de verdad que algo que nos podría facilitar tanto la vida, resulte tan complicado porque esté mal hecho.
El chico amable me ha dicho que siga intentándolo, pero que de todas formas, deberé personarme allí, en la Oficina de Registro para abonar las tasas. Entonces yo me pregunto: ¿qué sentido tiene para mi el registro telemático si igualmente no me va a evitar desplazarme a Barcelona y perderme por sus calles?
Bueno, esto no sería muy grave si no fuese porque si lo quiero hacer presencial y llevar mis manuscritos en papel y encuadernados debo someterme a la tiranía de la Obsolescencia Programada y comprar otra impresora. Porque la que compramos hace un año o así, y que ha impreso poquísimas cosas, ha dejado de funcionar... no reconoce sus propios cartuchos. Que los cartuchos se quedasen sin tinta al nada de uso lo podría llegar a entender, pero que diga que no reconoce los cartuchos... que ahí no ha metido la mano nadie.... me resulta muy absurdo. ¿El ticket de compra? misteriosamente, se ha perdido. Yo que guardo todos los tickets del mundo mundial de todo lo que compro y hasta el hastío, he puesto la casa patas arriba y no lo encuentro. Así que tampoco puedo hacer uso de la garantía. Increíble.
Hace mucho tiempo que publiqué algunos post hablando de mis manuscritos y que incluso publiqué fotografías de las encuadernaciones que me habían hecho y que no me habían gustado nada por cierto, porque me las hicieron en tapa dura y con mi nombre impreso en las tapas con letras doradas; me parecía muy rimbombante y no me gustaron. Ha pasado tanto tiempo que he vuelto a repasar esos manuscritos y he hecho cambios, así que aquellos volúmenes tan exagerados y fastuosos ya no me sirven.
Por todo lo expuesto es por lo que he llamado a este post "Mi bestia negra", porque me parece mentira que no tenga manera de registrar mis manuscritos. Me pregunto: ¿tan malos son? ¿es una señal para que me olvide definitivamente de la escritura y me dedique a otras actividades?
Me frustraría dejar defintiivamente de escribir. Si bien hasta ahora ha sido más bien un hobby, que a veces abandono durante meses y de repente recupero con pasión renovada, me siento muy bien cuando escribo, me gusta quién soy y lo bien que se siente una cuando crea algo.
Sigo pensando que podría hacer soñar a otras personas con mis historias.
¿Lograré algún día registrar mis obras y, lo más difícil, publicarlas? Sabe Dios... de momento, no pienso darme por vencida.
Os dejo el enlace con la página principal del Registro de la Propiedad Intelectual de España, por si alguien lo necesita o se anima a intentar registrar sus obras telemáticamente, aquí.

viernes, 21 de octubre de 2011

Después del anochecer, Stephen King.


El argumento: Volumen recopilatorio de 14 historias cortas que Stephen King ha escrito con el ánimo de ponernos el vello de punta. Títulos que incluye el volumen: Willa; La chica del pan de jengibre; El sueño de Harvey; Área de descanso; La bicicleta estática; Las cosas que dejaron atrás; Tarde de graduación; N.; El gato del infierno; The New York Times a un precio de ganga; Mudo; Ayana, y Un lugar muy estrecho.
Mi opinión: Definitivamente, cada vez que comento o intento comentar un libro de Stephen King me doy cuenta de que no puedo ser imparcial, aunque lo sigo intentando. Una vez más tengo que decir que es mi escritor fetiche, me encanta cómo escribe el terror y cómo hace que me sea imposible soltar cualquiera de sus libros hasta que me entra un penetrante dolor de cabeza, seguramente por sobrecarga.
Si algo tienen, en mi opinión personal, los libros de S. King es la espesura, son tan complejos en sus detalles, tan enrevesadas sus historias y tan retorcida su idea del Terror, que leerse un libro de él es un desafío a la memoria. Todos esos personajes con nombres y apellidos y hasta con una vida, por insignificantes que puedan parecer a priori en la historia; a mi personalmente me impacta esa capacidad para crear detalles. Me encanta escribir y me vuelvo loca poniendo detalles o describiendo paisajes, pero odio poner nombres y apellidos a mis personajes, es mi debilidad y lo reconozco.
Al tema, me han gustado todas las historias de libro, unas más que otras, por ejemplo La bicicleta estática se me hizo pesada; en cambio Las cosas que dejaron atrás y The New York Times a precio de ganga me gustaron mucho y se me pasaron volando. La historia corta Las cosas que dejaron atrás tiene un guiño emotivo hacia las víctimas del terrible atentado de 11-S.
Entre las 14 historias, hay dos que son bastante largas y una tercera que estaría en término medio. Las otras están bien calificadas como historias cortas y algunas dejan con ganas de más.
Al final del libro encontramos unas páginas, detalle del autor, en las que nos explica de dónde nació la idea para escribir cada una de las historias. Pese a que él mismo dice que seguramente a muchos de sus lectores no les gustará leerlas, a mi sí; me encanta la idea de conocer el origen de las perversiones mentales de mis autores favoritos.
Como suele ser mi costumbre, aunque en este caso me toca repetirme, el artículo de Wikipedia sobre el autor, lo podéis encontrar aquí.

domingo, 16 de octubre de 2011

La declaración, Gemma Malley.

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El argumento: Estamos en el año 2140 y el ser humano ha conseguido crear una serie de medicamentos que empezaron por curar los cánceres y el sida y terminaron por concederles la eterna juventud, al menos el poder mantenerse tal y como estaban en el momento de empezar a tomar la medicación, frenando el hasta ahora inexorable paso del tiempo. Vivir eternamente tiene sus ventajas, pero también sus desventajas, si la gente no muere, no pueden nacer nuevas personas; de modo que la juventud es cada vez menos frecuente y sólo hay unos pocos privilegiados -entre comillas- que pueden renunciar a la vida eterna a cambio de tener un solo hijo.
Mi opinión: Me encuentro de nuevo ante otra visión de un futuro catastrófico, en el que ser humano ha hecho alarde una vez más de su imbecilidad y ha logrado la vida eterna contraviniendo las leyes de la Naturaleza, sobre todo la más elemental: todo es perecedero, incluso la vida.
Me gusta leer libros de los denominados literatura "Juvenil" porque a veces se encuentran verdaderas joyas entre esa categoría que, si la menospreciara por ser para adolescentes, me perdería la oportunidad de leer un buen libro. Este no es uno de los más maduros que he leído, está narrado de una manera bastante simple y ahí se le nota que es para jóvenes, no como son a veces los libros de adultos, que hacen gala de una riqueza de vocabulario que casi dan ganas de leer con un diccionario al lado para ir consultando.
Volviendo a la trama y a los futuros catastróficos, está bien pensado en casi todos los detalles. Si no vamos a envejecer, ¿para qué necesitamos niños? Pero como siempre suele pasar, hay un grupo de revolucionarios que se oponen al sistema establecido; aquí abogan por el método de vida tradicional y se basan en que si la misma Naturaleza hace que todas sus creaciones se marchiten: flores, plantas, animales y árboles mueren con el tiempo; ¿por qué los seres humanos querríamos permanecer vivos para siempre?
En el posible futuro que nos plantea esta novela siguen naciendo niños, de gente que los tiene contra la ley o de gente que los tiene porque no tienen previsión, porque las medicinas de la Longevidad no tienen efecto anticonceptivo. Así pues, en un sistema de cosas en el que está prohibido reproducirse, nos encontramos ante diferentes clases sociales: están los Legales, que son los que tienen derecho a vivir y a comprar y consumir las medicinas para la Longevidad; los Ilegales que son quieres se niegan a tomar nada o a acogerse a las normas establecidas y por último están los Excedentes, que es como se denomina a esos niños que no tenían permiso para nacer. Y es una de estas Excedentes, Anna, quién nos sirve de protagonista de la historia.
Anna está en internada en un centro para Excedentes desde que la capturaron a los 2 años y medio. Allí se la ha adoctrinado desde el principio en que su presencia es una aberración contra la naturaleza, en que no tiene derecho a la vida y que cada bocanada de aire que respira, o trozo de pan que come o agua que bebe le es arrebatada a alguno de los Legales para dársela a ella y a los otros Excedentes, ellos que no tendrían que haber nacido. En este lugar, a lo más que pueden aspirar es a ser formados como servicio doméstico -las chicas- y mano de obra- los chicos- para los Legales; pero deben saber cuál es su Lugar, deben ser conscientes de que su vida vale menos que un cero y que sus futuros patrones podrán matarles a golpes si así lo desean.
Pero la vida de Anna cambiará cuando internen a un nuevo chico en Grange Hall. Ella será la encargada de ayudarle a adaptarse a su nuevo entorno, ya que Peter es un Excedente que ha sido capturado ya con 15 años y no le va a resultar fácil. Pero Peter no está allí por casualidad, Peter ha venido a salvarla...
En la rama de futuros catastrofistas, podemos encontrar también la Trilogía Distritos de Suzanne Collins, formada por Los juegos del hambre, En llamas y Sinsajo. Y también la novela Juntos de Ally Condie, que también formará parte de una trilogía, pero que no creo que continúe leyéndola porque me desilusionó bastante.
Sí me gustaría echarle un vistazo a la segunda parte de la serie que ha escrito Gemma Malley de la cual este libro "La Declaración" es sólo la primera parte.
La página web de la autora, aquí.

jueves, 13 de octubre de 2011

El secreto de la Creación, Enric Balasch.

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El argumento: Julián Castilla, periodista de El País, acude a una subasta de libros antiguos para recabar datos para un reportaje que está preparando. Ante el desorbitado precio que alcanza un libro antigüísimo que desconoce, decide entrevistar a la señora que lo ha adquirido; al día siguiente, la compradora, Clara Letamendi, aparece asesinada en su apartamento. Esto hará que el periodísta decida investigar qué ha podido suceder a una persona que pocas horas antes de su muerte estaba rebosante de salud. Con la ayuda de la teniente de la Guardia Civil Aurora Santillana, se embarcarán en un viaje a través de algunos de los lugares más sagrados del mundo, buscando el rastro de un libro que seguramente no existe y al que todo el que intenta encontrarlo muere en el intento, el Libro de Dios.
Mi opinión: Tenía muchas ganas de leer este libro, así que lo agarré con un ansia importante de navegar entre sus páginas. Para mi sorpresa ha resultado ser un libro muy profundo, espeso y con sustancia, incluso diría que difícil de leer. Hay que hacer un acopio de buena memoria para recordar tantísimos datos por página que se facilitan en el texto.
Yo compararía esta novela con El código Da Vinci, de Dan Brown y mira que este segundo sí que ha sido un súper ventas incluso teniendo en cuenta su pésima adaptación al cine. Con El secreto de la Creación sucedería lo mismo que con los libros del señor Brown, que es tan espeso en contenido que sería imposible hacer una película digna de la categoría del libro.
Me ha resultado incómodo el estilo narrativo en cuanto a la construcción de las conversaciones se refiere, prácticamente todas las frases se interrumpen con los guiones que aclaran quién es el personaje que está hablando. Puede que sea una escritora pésima, que ya se verá si algún día llego a publicar algo, pero soy una lectora voraz acostumbrada a leer desde hace unos 20 años; vamos, que no es que lea libros desde hace un par de años porque tengo un blog, sino que leo por placer desde que era una criaja. A lo que iba, que después de leer tantos libros como me haya dado tiempo en esos veinte años a los que me refería, opino que no siempre es necesario colocar los guiones y aclarar qué personaje es el que habla. En una conversación de dos, obviamente si uno pregunta, el otro responde; en el caso de conversaciones más multitudinarias, sí encuentro adecuado que de vez en cuando se identifique al interlocutor que nos está hablando, para no confundirnos. En este libro el recurso literario es incluso abusivo, en todas, todas, todas la frases de conversación se dice quién habla, cortando de mala manera la frase que está diciendo e identificando en la mayoría de los casos al personaje por su nombre y apellidos.
Entiendo que las interrupciones del texto, cuando se usan para indicar que quién habla hace un gesto (se encoge de hombros, guiña un ojo, sonríe, etc) pueden ser aclaratorias, pero hay que tener un poco más de vista por dónde se corta la frase. Como a mi me ha resultado tan incómodo, opté por saltarme los guiones y leer primero entera la frase que decía el personaje y luego retroceder y leer lo que estaba entre guiones. Me resultó una lectura mucho más cómoda y más coherente.
La temática del libro en sí, ya he dicho al principio de la opinión que la encuentro muy espesa. Es curioso que prácticamente cada persona con la que los protagonistas se cruzan o se sientan a hablar, sea un experto en el tema de la Cábala, la Alquimia y los misterios de la creación. Luego uno se traslada a la vida real y le fastidia que cada vez que se dirige a alguien para preguntar por un comercio o una calle cualquiera, encuentra a gente que no sabe o que se explica como un libro... pero como un libro cerrado.
Al igual que con El Código Da Vinci, me pasa que una vez terminado el libro, no paro de pensar en si todo lo que se cuenta es cierto... ¿qué estamos haciendo aquí? y que si todo lo que se cuenta en el libro es mentira... olé por la imaginación del autor.
Reconozco que me han entrado unas ganas increíbles de visitar Toledo, Torija, el monasterio de San Lorenzo de El Escorial o incluso la Biblioteca Nacional de Madrid, por lo bien narrado y seductor que nos lo plantea el autor en el libro. También nos lleva a Jerusalem y Praga, pero de viajar a Tierra Santa paso y de la República Checa de momento también, porque de idiomas estoy muy escasa.
De momento el autor no dispone de perfil propio en Wikipedia, pero en las solapas del libro viene una pequeña biografía de Enric Balasch que resumiré para que los posibles compradores del libro se hagan una idea de a quién van a leer.
Enric Balasch Blanch, nació en Gràcia en 1955. Escritor y viajero, ha recorrido más de cien países y publicado nuerosos artículos en revistas y periódicos tanto nacionales como internacionales. Autor de las novelas La Virgen de la Mosca, La cruz de Tau y Libélula y de más de sesenta guías de viaje para varias editoriales. También ha escrito ensayos: Una historia mágica de los cuentos y El lenguaje secreto de los cuentos. Ha dirigido programas de radio y documentales para televisión. Sin duda un autor polivalente y con un currículum literario que da con toda seguridad un voto de confianza a favor de una posible lectura de su novela.